Espiritualidad

La espiritualidad se confunde a menudo con la religiosidad, si bien una contiene a la otra, la religión y la espiritualidad no son la misma cosa. La espiritualidad es inclusiva, totalmente abarcativa, es decir, que no excluye, sino que por el contrario contiene.
Para tener un panorama más claro sobre religión y espiritualidad se puede usar como ejemplo un vivero: las religiones serían las plantas (variadas y diversas), mientras que el jardín, en su conjunto, vendría a ser la espiritualidad, es decir que una persona también puede tener ese componente fuera de la religión, sería como una relación directa con su espíritu.
La espiritualidad considera que Dios se encuentra dentro de cada uno de nosotros y que es ahí donde se lo debe buscar. Por ello la espiritualidad es algo común a todos los seres y a todas las almas.
Volvernos seres espirituales significa aprender a navegar por nuestro mar interno en busca de lograr un cambio de conciencia, una autodisciplina o auto-corrección personal. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestras acciones, hábitos, costumbres y valores; a dar gracias por lo que tenemos y somos; nos permite analizar las cosas que nos pasan desde un punto de vista mas divino invitándonos a sorprendernos por la belleza de la naturaleza y la vida en si misma; además nos abre un espacio en el cual aprendemos a disfrutar de nuestra individualidad.
Todos solemos pasar por momentos difíciles y felices en nuestras vidas, si éstos episodios son acompañados de la mano de la espiritualidad las vivencias se tornaran mucho más fructíferas para cada uno de nosotros logrando encontrar, así, un mayor equilibrio y perspectiva para el transcurrir de la vida cotidiana, convirtiéndola en mas armónica y placentera.
La mayoría de nosotros caratulamos al enojo, la soledad, la tristeza o las adversidades como “malos”, que no sirven de nada, más que para traernos desdichas y angustias a nuestras vidas; pero desde la espiritualidad llegamos a descubrir que todos esos momentos “malos” nos son útiles para aprender a valorar los momentos que son verdaderamente “buenos”. Sin tristeza no sabríamos valorar la felicidad; así como sin trabajo no podríamos valorar los descansos.
La espiritualidad nos enseña a pensar de manera más positiva, a controlar las críticas, a evitar la elaboración de juicios injustos, a creer en un Poder Supremo que todo lo puede y que es quien nos envía energía positiva cada vez que la necesitamos. No importa la forma en la que nos relacionamos con éste Ser Supremo, lo fundamental es que tengamos Fe, Esperanza y Amor, lo cual nos fortalecerá y ayudará a medida que nos comuniquemos positivamente a través de las oraciones, rezos o meditación.
Para muchos de nosotros la espiritualidad queda relegada entre las últimas actividades del día, mes o año lo que no debería ser así, tendríamos que brindarnos el tiempo suficiente no solo para hablar con Dios sino también con nosotros mismos, para poder poner nuestros pensamientos en orden y atraer hacia nosotros todo lo que deseamos y merecemos. De esta manera mediante la oración o meditación podemos introducir en nuestro cerebro diversos “mensajes positivos” que guardan íntima relación con lo que queremos que se de en nuestras vidas, además de poder cambiar los “malos” hábitos por “buenos”. Éste auto-programarnos para ser mejores personas es el principal objetivo perseguido por la espiritualidad, es decir, ser mejores personas de acuerdo a lo que para cada uno de nosotros signifique ser “mejor”.
Si bien es cierto que existen diversos caminos que nos llevan hacia el descubrimiento de la espiritualidad, sin lugar a dudas, el mejor de ellos es a través de la “biblioterapia”, disciplina que utiliza la interacción de los seres humanos, con la forma y el contenido de “libros”, como recurso terapéutico.
El hombre posee la capacidad suficiente para auto-ayudarse y regenerarse, psicológicamente, de la misma manera que lo hace su organismo con cada una de las células de su cuerpo. Aristóteles, en su época, ya distinguía tres facultades en el alma del ser humano: la facultad de nutrición, la de sensación y la de intelección; siendo la intelectiva la más genuina de todas, pues es la que posibilita el conocimiento científico y la voluntad.
Partiendo del estudio y análisis de dichos conceptos me surgió la posibilidad de llevar a cabo una amplia investigación en la cual he logrado recopilar una serie de escritos literarios como por ejemplo: Adendotas, Historias, Cuentos, Lecturas y Vivencias, que contienen un alto nivel de valores espirituales, para facilitar o posibilitar  el enriquecimiento o crecimiento espiritual. Los mismos han sido distribuidos en dos “Libros Digitales”, los cuales pretenden ser una poderosa herramienta en la búsqueda de la espiritualidad y el desarrollo personal. Éstos, a través de su contenido, encierran un mensaje para la transformación de la conciencia humana hacia la luz, ayudando al lector a mantener despierto y elevar el espíritu. Es decir que ambos se encuentran  íntimamente relacionados con los grandes enigmas del ser humano. Mediante ellos se experimentará un reconfortante viaje hacia lo más profundo de cada ser; pues brindan la posibilidad de convertir en más tolerable, perceptible y comprensible un mundo tan dificultoso, grande y difícil de comprender; también dan lugar a cuestionar, resolver, replantear, modificar, visualizar, diversas situaciones de la vida cotidiana; pero sobre todo preparan, al lector, desde la biblioterapia, para enfrentar tanto adversidades como episodios difíciles de sobrellevar en su vida.

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